viernes, 17 de junio de 2011

Analogía de la libido y el lenguaje

Inconsciente, ello, yo, súper yo, instinto, pulsión, etapas: anal, oral, fálica, solo por nombrar algunos de los conceptos básicos de la teoría psicoanalítica, conceptos que con el solo escucharlos o leerlos nos invitan a prestar atención, indagar y analizar cualquier texto en donde los vemos plasmados, conceptos que aunque fundamentales a su vez fungen como armas de dos filos como se dice coloquialmente, y sí, pues la historia lo ha hecho evidente y como todo descubrimiento, en su momento, el psicoanálisis ha cambiado nuestra manera de pensar, sobre el pensar humano. Hablar de psicoanálisis nos refiere necesariamente varias teorías, entre ellas, una de las más importantes a mi ver, la teoría de la libido, y es que ésta en particular, como se dijo anteriormente puede ser un arma de dos filos para aquellos que no han logrado comprender su importancia pero sobre todo su significado correcto, pues aun hoy en día existen algunas distinciones que acentúan o critican nuestro tema: la libido.

Con el afán de alimentar nuestro narcicismo con un saber siempre ignorado, dotamos de un falso saber nuestra consciencia y también nuestra inconsciencia, es decir, damos connotaciones burdas y en ocasiones abstractas a los principales preceptos y dogmas de nuestra ciencia. No es un secreto que una de las teorías mas revolucionarias en la investigación del pensamiento humano, tuvo una gran cantidad de desertores así como una igualmente importante cantidad de adeptos, en esta ocasión y solamente por fines prácticos citaremos a uno de sus más conocidos desertores, Erik Fromm, y hablar de él es necesario, porque nos servirá para hacer una aclaración indispensable y elemental, anticipándonos a cualquier confusión o mal interpretación del concepto original de la libido.

Muchos han criticado y hasta se han atrevido a negar la teoría de la libido argumentando inconsistencia, por ser demasiado biológica, sexual y sustancial, escudándose en que las diferencias en la personalidad del hombre sea cual fuese son resultantes del proceso social, referimos entonces la aportación de Fromm que emplea este concepto fundamental como sustancial y limitado, es decir, le da una connotación de finita, al decir, que si una persona catectiza libidinalmente a otra debería tener menos energía libidinal disponible para sí misma o para otros objetos, ejemplificando ésta idea con una analogía que señala a la libido de tal forma que podríamos confundir en física, con cualquier unidad de medida como la masa, esto como bien sabemos es un error, pero para sorpresa nuestra es una constante incluso en aquellos que se esmeran arduamente en el estudio de la obra freudiana y es mi intención en esta ocasión el desmitimizar la posible concepción equivoca del fragmento de la teoría freudiana que hoy nos ocupa.

Sencillamente diremos que hablar de la libido es hablar de energía psíquica, por ende debemos entenderla como energía de flujo en el inconsciente, el inconsciente concebido por Lacan en donde éste se nos muestra estructurado de la misma forma que el lenguaje, ahora bien, diremos que la libido no es como la formulación de Fromm apunta, pues el error en su concepción ha sido el malentender a la libido como mencionábamos con anterioridad en un sentido finito como la masa en física cuando deberíamos concebirla tal como al lenguaje, que aunque se comparte en la comunicación, uno no pierde su propia información cuando la comunica a otro.

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