Es bien sabido que en el estudio de la ciencia, cualquiera que esta sea, es necesario conocer para poder profundizar en ella los conceptos mas básicos, es decir como se dice coloquialmente lo más sencillo, para ir así de lo más sencillo a lo más complejo, y más aun en aquella que está íntimamente ligada, por no decir que absolutamente, al pensar humano, a aquello que se esconde en lo intimo del pensamiento humano, la mente, al psicoanálisis, y es en realidad esta premisa la que me inspira desviar la atención en esta ocasión hacia un concepto básico no solo del psicoanálisis, sino también de la psicología, pues este concepto tan elemental ha sido utilizado en las diversas corrientes psicológicas hasta el día de hoy, me refiero a esta unidad elemental de la tópica freudiana y que después como veremos más adelante retomarían algunos para su análisis y su re conceptualización: el YO.
Dirán algunos: “Otra vez hablamos sobre el YO, ya lo despacho Lacan en El estadio del espejo como formador de la función del yo (je), diciendo que el YO cumple función de desconocimiento”, pero quisiera retomar un poco el hacer de los psicoanalistas contemporáneos. En esta exposición de la Sociedad Psicoanalítica de Francia en 1936 por cierto esta filial de la IPA en donde el general Ernest Jones interrumpió al entonces joven Jacques Lacan posiblemente por no respetar los tiempos acordados, se presento también Heinz Hartmann adelantando sus 3 famosas tesis que posteriormente (tres años después) publicaría, Hartman sería tiempo después uno de los fundadores le la Ego-psychology. Trece años después Lacan retomaría su estadio del espejo en 1949 pero para este momento pasaba algo en Europa y con la Alemania nazi muchos analistas tuvieron que salir del continente por ser de origen judío entre ellos Hartmann quien es conocido por su postura del área fuera de conflicto del YO, y Lowenstein que fue analista de Lacan y Kriss, siendo estos Hartmann y Lowenstein los fundadores de la Ego-psychology. Otros líderes de esta escuela fueron Eric Erickson y David Rappaport precursores de la escuela de Nueva York. Tiempo después surgiría una escuela que se contraponía a esta centrada el Self iniciada (se dice) por Kohut. Otro de los exponentes de esta fue un psicoanalista valorado por varios analistas lacanianos, Donald Winnicott aportando este la idea del verdadero y falso Self. Solo por aportar algunos momentos cruciales en el desarrollo histórico de nuestro concepto, el YO, Con estos datos históricos cabra señalar entonces lo siguiente:
Señalar que el YO cumple una función des conocedora como dice Lacan en su obra antes citada, seria hablar con los ojos vendados y en retroceso, en el oscurantismo del discurso post freudiano especifico del tiempo de Lacan en donde lo único cierto como hasta hoy era el malentendido, y de alguna manera aceptar la degradación del psicoanálisis en el mundo anglosajón como se sabe, en estados unidos para ser preciso, y que aunque por diversas circunstancias, a fin de cuentas tiende a poner en duda para aquellos que aun no se han adentrado en el discurso del diván, la necesidad de estudiar la gran concepción original y la base distintiva del psicoanálisis, su descubrimiento nuclear, el inconsciente.
Si entonces habrá lugares en los que el YO, Ego y Self son sinónimos también será necesario suponer que habrá distinciones que nos inviten a la reflexión y conclusión de que por momentos se contraponen y por momentos se identifican mas siempre son una constante en el dialogo de los psicoanalistas, y no lo digo yo sino que la historia misma los fue produciendo de modo que terminan fusionándose pero en consecuencia modificandose y dejando por ende aun en los círculos más pequeños y más íntimos de psicoanalistas una tarea inexorable de descubrimiento, análisis y redefinición pero sobre todo aun mucho de qué hablar.
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