domingo, 12 de junio de 2011

EL ANALISTA FRENTE A LAS ACCIONES Y EL MUNDO EXTERNO DEL ANALIZADO

Cuando estamos en formación escuchando o leyendo aspectos referentes al proceso terapéutico en sí, me pregunto a qué distancia estamos de lo que encontraremos en un proceso terapéutico por nosotros mismos. Ciertamente lo que encontremos dependerá no solo de lo que aporte el analizado o lo que hayamos aprendido sino también de nuestra capacidad para relacionar la teoría con lo que escuchamos en ese momento, de nuestras capacidades yoicas aún más, pero sobre todo del conocimiento que tengamos de nuestro inconsciente, de las herramientas que de él obtengamos para llegar al inconsciente del analizado.

Pero lo que encontraremos será aún más complicado que todo esto, me arriesgo a apostar (aún sin experiencia práctica suficiente para avalarlo) que encontraremos ahí lo que compone a la Esfinge, el Minotauro, el Pegaso, las Gorgonas y sinfinidad de entidades míticas compuestas de instintos o pulsiones disfrazadas, como bien lo representa en la mitología el dios Nereo, pero no somos Hércules, Aquiles o Teseo, y no podemos aspirar a ser el sabio ya que ello mismo es la antítesis del analista; somos, como ya hemos escuchado o leído, los que ignoran, los que no saben. Alcanzar ese estado es lo que nos indica que ya somos analistas, además de una exploración considerable del inconsciente propio.

La relevancia de esta postura del analista frente a las acciones del analizado es la que soporta a la terapia psicoanalítica, la premisa de que es el analizado el que sabe lo que se tiene que saber es la que guía al analista, entonces ¿cuál es la función del analista frente a las acciones del analizado? Qué es lo que hace el analista cuando el analizado le presenta sus acciones esperando recibir de él lo que aplique a su organización mental, pues si el analista nada sabe nada hace, así de simple, al menos en teoría, de nuevo me pregunto ¿Cómo se hará en la práctica? Y no porque no sepamos qué hacer, lo hemos aprendido, pero estando ahí frente al analizado en el campo de juego de la transferencia y la contratransferencia con los acting in operando en el analizado, ¿cómo vencemos el deseo de ser el que sabe para consolidar en ese instante y sin institucionalizarnos en el que no sabe?, supongo que lo sabré cuando lo haya logrado, espero.

Cuando de institucionalización hablo me refiero a actuar de analista, a fingir ser el analista sin poner nuestra energía psíquica en lo que el paciente dice o no dice, y esto es algo que al menos si he visto y escuchado desafortunadamente, el psicólogo que trae su mundo e intenta imponerlo al mundo del paciente, sin embargo ese no es un analista aún cuando diga que utiliza el análisis.

En cuanto a la relación del analista directamente con las acciones del analista, éstas representan para él un material más de interpretación y de conocimiento sobre el analizado, puede ver en ellas la construcción sobre la realidad que hace el paciente, le muestran su mundo externo tal como él lo percibe y lo vive. Lo que constituye su modo de relacionarse con los seres cercanos a él, encontrará en la narración de las acciones y del mundo externo los lapsus y las incongruencias por donde aflora el inconsciente. Siendo éste último el que tiene mayor relevancia para el analista.

En ocasiones me pregunto qué es el mundo externo del analizado para el analista, cómo se relaciona el analista con este mundo externo del paciente, construido a raíz de la narración del paciente, como se fusionará con sus propias experiencias encontrando en él un eco de su propio mundo externo, así como el papel que tendrá esto en el proceso analítico. A mi parecer sería ingenuo creer que solo el paciente fantasea con el mundo externo del analista, aún cuando sea a un nivel más inconsciente que el del analizado.

Otro punto en el que se relacionan el analista con el mundo externo del paciente es sobre el avance de analizado y las resistencias conjuntas que elaborará el círculo de personas que le rodean. El cambio en el paciente provocará cambios en su medio, cuando este medio no esté dispuesto a cambiar y el analizado no pueda consolidar los progresos el analista se verá enfrentado a la frustración y el análisis se prolongará, este es otro de los motivos de la duración del análisis.

Sin duda existen otras relaciones entre estos aspectos o un mejor trato de ellos pero al menos espero haber tenido el mérito de señalarlos, por último y respecto de lo tratado al final me pregunto: ¿cómo reacciona un analista ante la frustración del no cambio en el analizado? (no como reacciona conscientemente sino inconscientemente…)

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