Somos el resultado de nuestras experiencias, como un cúmulo de conocimientos adquiridos en el camino de la vida, como dice Joan Manuel Serrat “Nosotros somos los otros de los otros”, así, es en éste momento en donde las aportaciones de los grandes hombres de letras han de permitir que nos detengamos no solo a contemplar, para poder apreciar lo que la capacidad del ser humano es capaz de plasmar en papel con tinta, la forma en la que los trovadores transforman en sonrisa una cara pálida, un cabizbajo semblante en un saludo cortés, la manera en que el pintor con su obra plasma parte de sí y mueve las fibras más profundas de aquel que aprecia su obra, sino también y de igual forma, como los cuentistas han cumplido una misión muy importante, pues con sus narraciones transmiten un poco de lo que son pero aun mejor, permiten un desfogue de energía psíquica que sin saber, o más correctamente de manera inconsciente, logran que los niños, y los ya no tan niños puedan fantasear con esos conflictos psíquicos que nos aquejan sin poder ser comprendidos del todo, de manera que se pueda lidiar con ellos ya sea con la realización y castigo de los deseos incestuosos como en “Hamlet” o como la resignación de saber que mamá no pertenece ni pertenecerá al hijo locamente enamorado de ella, como en la historia del “Trompo y la Pelota” de Hans Christopher Andersen. Así pues es claro que este tipo de historias especialmente aquellas que encontramos en la literatura clásica llevaron y llevan aun, a una especie de catarsis para aquel que se permita apreciarlas, leerlas o hasta observarlas, teniendo siempre un papel muy importante en el desarrollo del niño y como ya lo comentaba con anterioridad de los ya no tan niños.
La importancia de la literatura en el transcurrir de la historia es tal, que de ésta depende gran parte del desarrollo del pensamiento humano pues en la transmisión del vivir de los antiguos encontramos respuestas a los enigmas presentes y futuros, soluciones que se ocultan tras desenlaces poco esperados como en las Tragedias de Sófocles y su famoso Edipo Rey, o Esquilo con aquel joven virtuoso muerto en los brazos de su padre, Hipólito, siendo éstos los pioneros de los cuentos que hoy conocemos, inspiradores de cuentistas del siglo XVIII como los hermanos Grimm con quienes aprendimos que el cuento con un desenlace más crudo y amargo tal como en su relato, “El hijo ingrato” nos permiten una reflexión y una mirada más objetiva, más consciente de nuestra realidad.
No podemos dejar pasar la oportunidad de hablar sobre lo maravilloso de la novela y su papel en la literatura y en el psicoanálisis, pero no cualquier clase de novela, ya que hoy en día se cuenta con una vasta cantidad bibliográfica de novelistas, deberemos hacer la aclaración de que la novela en el transcurrir de los años, aparte de aquella función similar a la de los cuentos que ya antes mencionamos, incluye reflexiones más completas no solo del entorno social sino que en ocasiones del contexto político y cultural de la época en la que se escribieron, siendo protagonistas estos hombres de ilustre pensamiento, que, adelantados a su tiempo observaron y hasta predijeron por medio de sus obras literarias, sus novelas, el provenir de una sociedad que aunque en aquel entonces sin las herramientas para comprenderse a sí misma quizá como hoy, estaba plagada de aspectos que debían considerarse y analizarse desde un punto de vista diferente, hombres que se atrevieron a expresar con sus novelas lo que pocos se detenían a observar pero mejor aun lo que muchos se negaban a aceptar, la naturaleza misma del hombre, El Marqués de Sade por citar alguno de estos ilustres personajes con su “Filosofía Del Tocador” sacudió el polvo de los rincones más íntimos en los lectores de su época y generó la polémica, esa polémica tan característica en los aportes de la teoría psicoanalítica, polémica que vivió y hasta padeció como el mismo dice, el doctor, el profesor Sigmund Freud.
Es importante señalar que en el desarrollo de cualquier postura teórica hay comúnmente, y, por no decir que siempre, un tras fondo de inspiración inconsciente que posterga la realización de nuestros deseos y los deseos de quienes las proponen, en el caso especifico de la teoría psicoanalítica hemos de agradecer las aportaciones del escritor ruso Fedor Dostoievski quien con sus complejas descripciones de la naturaleza humana plasmadas con un estilo único a través de las novelas que lo caracterizan y lo convertirían como hasta hoy en el mayor exponente de la novela rusa e incluso de su época para muchos, se posicionaría como un gran impulsor de la investigación del pensar humano, tal como lo refiere Freud en Dostoievski y el parricidio diciendo que parte de su novela “Los Hermanos Karamazov” es una de las cumbres de la literatura universal.
La verdadera fuente de inspiración psicoanalítica no podría deberse tan solo a las aportaciones de algunos autores y novelistas ilustrados, ni mucho menos al capricho de médicos vieneses, alemanes o franceses de la época, tampoco es el constructo final de las corrientes filosóficas del siglo XIX donde algunos psicoanalistas tales como Isidoro Vegh de la escuela de Lacan han asegurado, es más, ni siquiera se debe por completo a las aportaciones de la literatura clásica que ya antes mencionamos, de hecho es complicado hasta hoy día aun con toda la información recabada sobre la vida Freud en biografías tan completas como la de Ernest Jones, y en su obra misma, ya en cien años de historia, de camino y de psicoanálisis, definir con certeza la razón por la que descubrimientos tan importantes para nosotros como el complejo de Edipo, la tópica freudiana del Ello, Yo Y Súper Yo, e incluso el inconsciente, se vieron manchados por las especulaciones, el rechazo y la crítica.
A pesar de lo ya escrito quiero finalizar esta breve opinión con la mención de una obra muy analizada y por muchos psicoanalistas, me refiero a “Fausto” de Goethe una obra que nos muestra como todas las cosas suceden en forma absolutamente humana, pero que mas allá de comprender a su autor nos lleva a entendernos a nosotros mismos en la medida de nuestra capacidad consciente, y con esto quiero decir, que quizá la verdadera y absoluta inspiración del psicoanálisis es desde mi opinión, esa eterna necesidad, ese desconocimiento, esa falta de saber, aquella duda eterna que nos impide comprender lo que hay en el fondo de nuestros pensamientos, después de todo como ya dijo Kant, comprensión no significa otra cosa que reconocer en la medida en que alcanza para nuestro propósito, diremos entonces que el propósito de Freud fue comprender en la medida lo que hasta el día de hoy seguimos estudiando, la fuente de inspiración para nosotros, nuestra piedra angular, el inconsciente.
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